La ciencia del alto rendimiento

Superarse es progresar. Y para progresar tienes que saber. Saber muchas cosas y ponerlas a funcionar juntas. Crecer (ir a más) en lo que sea, no es algo opcional, es una necesidad biológica. Si te paras, si te conformas, empiezas a morir en vida. Lentamente.

Después de un mes de julio de entrenamiento moderado y al aroma del inminente nuevo salto al Himalaya tenía que hacerme la ITV.

El desafío del alto rendimiento es que hay que medir, y saber qué medir. Rendir por encima de la media, o por encima del rendimiento propio medio supone eso: conocer cuál es esa media. Y para eso hacen falta datos, cálculos, métodos fiables.

Si quiero subir a 7.000 metros pero no se cómo se comporta mi rendimiento al bajar los niveles de oxígeno, aumento de frecuencia cardíaca o cuánto lactato segrego a partir de un determinado esfuerzo me la estoy jugando a que me salga bien o me salga mal cuando esté allí. Solo lo sabré cuando llegue allí. Es cierto que aún así los datos no garantizan nada. Se que la fuerza del corazón puede ir mucho más allá de los cálculos que hagan los mejores simuladores de rendimiento (me ha pasado varias veces). Pero esa fuerza del corazón, si la sustentas en ciencia, se vuelve aún más eficiente.

Y es que la ciencia está de nuestro lado. El biofeedback ha avanzado tanto en los últimos 10 años que hoy puedes estudiar casi cualquier parámetro para mejorarlo y entrenar adrede para ello con intensidad hasta mejorarlo y subir por encima de tu propia media.

Siempre intento llevarme al campo de los equipos humanos y el talento personal aquello que aprendo y descubro en mi faceta deportiva y aventurera. Me gusta. Por eso creo que aún nos queda un largo trecho para llegar a afinar eso del rendimiento y el alto rendimiento al nivel que veo que se da en el mundo deportivo donde cada minúsculo detalle puede marcar la diferencia final entre alcanzar lo buscado o no. (esto no está reñido con el hecho de que a veces las peores derrotas son las mejores lecciones a largo plazo, una ley medio universal).

El verdadero desafío es ¿qué hay que medir y cómo hacerlo? ¿Qué es lo que realmente hay que mejorar?

El alto rendimiento es una ciencia. necesita datos, patrones, indicadores y entrenamiento, mucho entrenamiento. No hay cambio sustancial sostenible sin entrenamiento constante.Que la tecnología te de datos en tiempo real de cómo afecta tu esfuerzo y variaciones a tu resistencia final y posibilidad de llegar al objetivo es una forma de entrenar el alto rendimiento propio. Y no me refiero solo al aspecto deportivo, si no al laboral y el personal sobre todo.

Por eso, en lo que a personas se refiere, siempre que busquemos el alto rendimiento de algo tenemos que partir de conocer cuál es la media de lo que queremos. ¿La podemos medir?, ¿de qué estamos hablando realmente? ¿Es algo cuantitativo o cualitativo? Esta es una gran diferencia. Hay que tenerla clara. No todo se mueve en decimales y colores, pero casi todo se puede medir.

El qué medir y cómo hacerlo es la clave del alto rendimiento. La tecnología es la herramienta. El corazón es la gasolina. Aquí dejo algunos factores generales que influyen el el alto rendimiento personal y de equipos. No es una lista cerrada.

Busca la mejor tecnología disponible para lo que buscas.

Selecciona cuál es la mejor herramienta disponible para medir y entrenar/practicar aquello que persigues. Por tecnología no sólo me refiero a un software, app, programa o máquina. Por tecnología me refiero a Qué medio me puede dar esos datos que necesito. Y ese Qué puede ser desde una bicicleta hasta un espejo en una sala de baile. El coste de la tecnología ha bajado considerablemente en los últimos años, alguna incluso es gratis o depende de la creatividad del usuario.

Plantea el objetivo. En realidad este paso se empieza a cocer antes del anterior pero puede suceder que cambiemos de objetivo cuando sepamos con qué tecnología y recursos podemos contar. Plantear el objetivo, compartirlo con otros, nos hace conscientes y responsables con nuestras propias intenciones y motivaciones.

Arranca. Toma datos y consigue la información de tu rendimiento actual de manera muy frecuente. La inmediatez del feedback es la clave. De ahí saldrán patrones, indicadores y se podrán empezar a ver tendencias y medias. Ya tenemos algo.

Empieza a entrenar (media intensidad). Cada uno tenemos nuestras circunstancias, a veces no es fácil encontrar el tiempo para dedicarnos a mejorar. Pero esta es una de las primeras pruebas de fuego de la superación: ¿hasta dónde quieres eso que dices que quieres? La repuesta a esta pregunta marca los huecos que acabamos encontrando en nuestras ocupadas agendas para dedicarnos a mejorar, a superarnos, a practicar una habilidad o nivel de destreza nuevo. Siempre hay tiempo para lo que de verdad nos importa. ¿Hasta dónde te importa?

A corto plazo empieza a contrastar el feedback y la info/datos con los esfuerzos/tiempo dedicados. Parece algo obvio, pero casi nunca lo hacemos. Empezar a saber datos sobre ti mismo te hace más consciente de tus posibilidades. Ver el resultado inmediato a nuestros esfuerzos tiene un efecto psicológico difícil de igualar con ninguna otra técnica. Te hace sentir poderoso, que puedes, que estás en ello. Te sientes enfocado y con las cosas más claras sobre tus motivaciones.

A corto-medio plazo empieza a entrenar aspectos concretos de la nueva habilidad o medida a conseguir: fuerza la intensidad del parámetro que quieres mejorar conscientemente. Cada día. La clave de esta etapa es aguantar el malestar del estar fuera de la famosa zona de confort: estás en la zona de reto. Y ese es su sabor inicial. Escuece. Luego cambia a mejor. No se puede ceder aquí. Los verdaderos progresos se empiezan a ver aquí. Ya no son solo incursiones esporádicas de vez en cuando y tras mucho esfuerzo. La capacidad de adaptación del ser humano puede ser increíble. Eso que semanas antes era zona de reto y picaba ahora es cómodo de llevar y te sientes confiado, confiado.

A medio plazo es la hora de aprender y entrenar en compañía de forma regular si no se ha hecho hasta ahora. La parte de entrenar/aprender con más gente tampoco tiene sustituto. Es la fase donde te reafirmas en lo aprendido al ponerlo en práctica con otros y poder comparar diferencias. Te sitúas de forma más objetiva.

Siempre ha de haber un momento concreto en el que poner a prueba lo entrenado. Los esfuerzos y dedicación apuntalan el aprendizaje de lo nuevo cuando reciben feedback directo e inmediato: es como un examen. Este momento puede ser casi cualquier cosa; desde subir una gran montaña a poder hablar ante una audiencia sin sufrir la experiencia. Hay que ponerle fecha, concretar la manera en la que voy a ver el fruto final de todo el tiempo de entrenamiento.

Por entrenamiento, no me refiero solo al ámbito deportivo. Quizá sea un concepto que nace en este campo, pero es una forma de decir “mejora continua”, evolución. Practica, observa, valida, intenta, se fiel. Sentir la tensión emocional de “jugártela” en algún sentido es una de las teclas que activa el alto rendimiento: todo lo que sabes y sientes, se pone a jugar para subir al siguiente nivel. Es una sensación única.

No dejes de buscarla.

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