Hold Back: darle al otro lo que es suyo

¿Qué falla en la interacción entre personas que pocos métodos consiguen cambios sustentables en el tiempo?

Hace unas semanas volví a escalar en equipo. Cada pared, cada arista, es una master class en directo.

En esta ocasion nos esperaban los Pirineos franceses, y respondimos a su llamada.

Entre personas que comparten emociones intensas siempre se suceden situaciones cíclicas: el comportamiento humano no es lineal, fijo. Es más bien oscilante, en el tiempo y en las formas.

No siempre estamos igual de motivados, igual de centrados o enfocados en lo que tenemos entre manos. A menudo simultaneamos una especie de estado bipolar, aun cuando estamos con las mismas personas.

Me gusta observar. Y a veces ser observado. Me pone las pilas cuando tengo que ir de primero y abrir camino. Saber que otros esperan mi resultado saca lo mejor de mí.

Cuando pasas largas horas en silencio con escasos momentos para conversar aprendes a interactuar de otras maneras. Te das cuenta de la importancia de un gesto, en un momento oportuno, para lanzar o recibir el mensaje. Un gesto pertinente tiene la fuerza de mil palabras alineadas.

En mi día a día encuentro grandes diferencias entre los equipos con los que trabajo y los equipos de los que formo parte cuando salgo a la montaña. Pero tambien muchas, muchas similitudes.

La arista de Aristeé me dejo una bella observación. No sólo del espectacular plató que se abría bajo mis pies clavados a la pared, si no sobre porqué me siento tan bien cuando trabajo en ciertos ambientes.

¡Dale al otro lo que es suyo! Esta es sin duda una fuente de energía personal altamente accesible para todo el mundo. Pero ¿qué es darle al otro lo que es suyo?

Es ante todo una actitud ante los demás. Cuando interactuamos siempre estamos emitiendo, siempre estamos recibiendo: información, gestos, miradas, palabras… todo con una carga polarizada: hay personas que nos irradian energía, ganas de ir más allá, y otras que nos van dejando poco a poco sin pilas, sin darnos cuenta. Es una especie de juego de vasos comunicantes que no para. Siempre está ahí.

Tenemos facilidad para señalar lo que otros hacen mal. lo que deberían haber hecho y finalmente no han hecho. Destacar lo que no funciona en el otro es tarea simple. Basta con dejar salir lo que muchas veces nos viene a la boca sin apenas filtros. Subidos a la nave de la sabiduría, la justicia o el éxito selañamos a quien no se acopla a lo que en nuestra cabecita debería haber sucedido o convendría que lo hiciera. Tenemos tanta sabiduría cuando se trata de los demás!

Pero pocos se asoman al otro lado del muro. Donde al sacar la cabeza te asustas de lo que hay al otro lado.

Al otro lado de la arista está la clave de la intereacción productiva.

Todos vemos a diario cosas bien hechas, y algunas incluso, realmente bien hechas. Pero pocos aprovechamos el momento preciso para hacérselo saber a su propietario. Muchas veces nos guardamos para nosotros los tesores y talentos que observamos en los demás. Como si al reconocer lo que el otro ha hecho bien, su talento, fuera a hacernos perder el nuestro. ¿Para qué hacerle saber que me ha asombrado lo bien que lo ha hecho? Quizá con eso se le suba y no conviene. Ya estamos en modo juez.

Me he propuesto en este año que empieza aprovechar toda ocasión donde vea el buen hacer de otros para hacérselo saber. En la montaña nos da energía. Nos inspira a potenciar nuestras habilidades. Esto no resta rigor, ni exigencia, ni talento. ¡A veces nos jugamos el body!

Se puede combinar. Es posible. Apreder a dar feedback positivo al otro, cuando lo vemos, en el momento en que lo vemos, es un arte que pocos se deciden a aprender, y sin embargo, da tanto resultado!

Pruébalo. Destina una semana a hacer este ejercicio. verás que se movilizan grandes cantidades de energía humana que favorece la cooperación y el trabajo en equipo. No falla.

Cuando observamos algo bueno, talentoso, bello, exitoso, original en otras personas hay que ser honestos y darle al otro lo que es suyo: ¡porque es suyo!

Uno solo es testigo. En esos momentos somos los dueños absolutos para isuflar (o no) una energía que no sólo se da entre seres humanos, tambien sucede en otras especies de la natuzaleza, y les va bien, muy bien. Algunas tienen tantos años como nosotros, y no han ido a la luna.

Cada uno podemos ser fuente de energía para los demás o lastre para su crecimiento y autoestima.

¡Decide dónde te posicionas!

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