Y el mantra es… “¡no tengo tiempo!”
Sí, esta es nuestra situación en este lugar del mundo y para algunas personas.
Es curioso. Miles de personas buscando una oportunidad y otras tantas saturadas de responsabilidades profesionales. Algo está torcido.
Estamos en uno de esos momentos en los que se van cociendo cosas a fuego lento, sin hacer ruido, sin grandes campanadas. Una de esas cosas es que estamos cambiando nuestra forma de vivir de una manera muy profunda.
Tal y como apuntan algunas investigaciones dentro de unos 5 años, en el primer mundo desarrollado y aquellos que tengan una profesión compartirán un mismo bien preciado: el tiempo.
El tiempo, la atención y la energía personal serán el nuevo dinero del futuro. Cada vez escasea más para ciertas poblaciones (entre las que me encuentro, y aun me siento privilegiado!) la disponibilidad del tiempo.
Resulta frecuente, en ciertos círculos, escuchar la expresión “no tengo tiempo” o “tengo la agenda completa”. ¿A dónde lleva ese ritmo de vida? Familia, trabajo, amistades, ocio…
Aun no lo sabemos, aunque algunas pistas empiezan a aparecer aquí y allí. Plantearse si de verdad esa es la vida que se quiere, más allá de parecer una crisis personal es una pregunta muy saludable. Obtener una respuesta a esta pregunta, sea la que sea, siempre esclarece el futuro y deja entrar el sol.
Si se sigue adelante en lo conocido es porque hay un “pará qué” final, una explicación. Si se decide levantar y aflojar, se abre un nuevo espacio para abrirse a nuevos ritmos y dinámicas.
Ese es el momento cumbre: está la opción de ir, pero también la de no hacer nada (y decidir no hacer nada, es una opción). Cada senda lleva a un sitio, ninguna es mejor.
¿Lo mejor es al menos, hacerse la pregunta?
“Los ricos del futuro serán aquellas personas ricas en tiempo y con capacidad de decidir cómo utilizarlo”.